El mal de los representantes en las inferiores: «En lugar de pagarles un curso de inglés, les regalan una iPad

Por Cristian Grosso | canchallena.com Lunes 11 de abril de 2016 | 23:59

Cuando Daniel Passarella hizo su primera convocatoria para el seleccionado mayor, en 1994, Juan Pablo Sorin llegó al predio de Ezeiza en el colectivo 86. El año pasado, los días de entrenamiento del seleccionado sub 17, en el estacionamiento del complejo de la AFA costaba encontrar lugar porque muchos chicos entraban con sus propios automóviles.

La precocidad es el eje del cambio para la licenciada Marcela Bracco. Y los representantes entran en debate. «Antes, recién en la sub 20 algún chico aparecía con representante. O a partir de ser convocados a la selección juvenil se les presentaba la oportunidad de tener un representante. Incluso estiraban esa decisión con el apoyo de papá y mamá, que consideraban que todavía su hijo era chico. Ahora es ínfimo el porcentaje que no tiene un representante. ¿Con qué necesidad a los 14 o 15 años? En el medio nos cambió la ley: antes la mayoría de edad era a los 21 años y ahora es a los 18, entonces los papás han quedado algo de costado en muchas familias y deciden los mismos pibes, ni consultan. O porque no hay un buen diálogo en casa, o porque creen que ya son grandes. o porque tienen al representante a cuestas», compara Bracco.El psicólogo deportivo Marcelo Roffé, autor del libro Psicología del jugador de fútbol: con la cabeza hecha pelota, entre otros, analiza: «En los hogares juveniles predominan importantes niveles de pobreza, con familias muy numerosas, y esto incide en el apuro por emigrar, sumado a un alto porcentaje de representantes que quieren hacer su negocio, presionando a los chicos y diciéndoles que el tren pasa una sola vez». Y se suma el profesor Gerardo Salorio: «Hoy tenés a los representantes que en lugar de pagarles un curso de inglés les regalan una iPad de última generación. No estoy en contra de los representantes, pero hay chicos que no saben leer de corrido y tienen la mejor iPad porque ya se la dieron».

Los encargados de las inferiores cuentan que lograr que hoy los chicos se queden corrigiendo defectos después de la práctica es muy difícil. Es complicado armar grupos entre la computadora, la PlayStation o el MP3. «Cada representante busca pelear por lo suyo y por ahí les inculca a los chicos cosas que los hacen individualistas. Yo escuché muchas veces: «Mirá, no te metás en líos. Hacé la tuya y nada más» , cuando es al revés», detallaba hace un tiempo Sergio Batista.

«La condición amateur se fija entre los 14 y los 18 años, cuando se desarrolla la vocación. Y esa etapa ahora está bastardeada por el avance del profesionalismo. Cuando yo trabajaba en las inferiores había que lavar autos para comprarse los botines. Ahora los jóvenes reciben tentaciones, aportes. Un joven no mejora si le dan todo; debe procurárselo, sentir que se esfuerza», relataba un día Marcelo Bielsa con añoranza. La avería de una Argentina en crisis económico-cultural hace estragos en las canchas.

Clubes en alerta y familias bajo estudio sociocultural

Desde hace un tiempo, algunos clubes están en alerta. ¿De qué se trata? El nivel sociocultural de las familias de los juveniles que buscan ingresar en las inferiores de una institución comienza a aparecer bajo la lupa. Especialmente con los más pequeños, con edades entre 9 y 12 años. Nadie lo admite públicamente, pero se trata de clubes que sienten que apuestan, invierten (pensión, colegio, alimentos o indumentaria, por ejemplo) en pibes que años después se desvían y hasta llegan a protagonizar casos delictivos

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